Desde las primeras horas de hoy, la Policía Federal, a través de su División Unidad Operativa Federal (DUOF) en Rosario, llevó a cabo una serie de ocho allanamientos ordenados por la Justicia federal. El objetivo de estos operativos fue detener a ocho policías de la Policía de Acción Táctica (PAT) de la provincia de Santa Fe, quienes están acusados de haber sustraído 15 kilos de cocaína y 50 mil dólares durante un procedimiento realizado a inicios de agosto. Además, se los investiga por haberse apropiado de armas de fuego, objetos personales y por la privación ilegítima de la libertad de tres adultos y dos menores de edad.
El hecho que dio origen a esta investigación ocurrió el pasado 13 de agosto en la calle Forest al 5000, cuando la PAT realizó un operativo en el que, según informes de la propia fuerza, se incautaron dos escopetas, una carabina con mira telescópica, municiones, tres granadas de humo y una balanza de precisión con un bloque de cocaína. En esa ocasión, dos hombres, uno de origen peruano y otro boliviano, fueron arrestados.
Los allanamientos de hoy se desarrollaron en las ciudades de Rosario, Santa Fe Capital y otros puntos de la provincia, incluyendo la base de la Dirección General de la Policía de Acción Táctica, ubicada en la calle Lola Mora 100 bis en Rosario. En los operativos también participó un representante del Ministerio de Seguridad de Santa Fe, y la Gendarmería Nacional colaboró en el despliegue de las acciones. Estas medidas fueron solicitadas por la Unidad Fiscal Rosario en el marco de una causa encabezada por el juez federal Carlos Vera Barros y los fiscales Soledad García, Andrés Montefeltro y María Virginia Sosa.
Este episodio no es un caso aislado. A principios de este año, en febrero, cinco policías provinciales fueron detenidos a instancias del fiscal Franco Carbone, tras ser acusados de plantar armas y mensajes intimidatorios dirigidos al entonces gobernador Maximiliano Pullaro. Estos agentes habían arrestado a un joven en la zona oeste de Rosario, a quien, según la investigación, le colocaron tres armas en su vehículo, vinculándolo a ataques armados en distintas zonas de la ciudad. Los atentados, ocurridos entre diciembre y enero, incluyeron disparos contra una sucursal bancaria, un hospital, una comisaría y una estación de servicio.
Los recientes allanamientos tienen lugar en un contexto de alta tensión en Rosario, marcada por un nuevo asesinato. Samuel Miqueas Medina, yerno del líder de la banda Los Monos, Ariel “Guille” Cantero, fue ejecutado de 16 disparos mientras circulaba en un automóvil en la zona norte de la ciudad. Este crimen interrumpe semanas de aparente calma, en las que los homicidios habían disminuido. Medina, quien fue atacado por sicarios en moto, murió en el acto, mientras que su acompañante, un joven de 18 años, resultó herido y fue trasladado al Hospital Eva Perón. Las autoridades hallaron en el lugar 16 casquillos de bala calibre 9 milímetros, y se presume que los atacantes utilizaron una ametralladora.
Este trágico episodio refuerza el complejo escenario de violencia en Rosario, donde la guerra entre bandas continúa siendo una constante, a pesar de los esfuerzos de las autoridades por frenar el avance del crimen organizado en la región.