El pasado jueves una nueva balacera se registró en la ciudad de Rosario, esta vez con la voz de un niño inocente que al relatarla, le dio un marco especial, de normalidad, de dolor y de voces de una ciudad que está lejos de ser “la mejor para vivir de hace años atrás”.
Un niño graba un audio y le cuenta a su abuela que “hubo una ráfaga de tiros, por acá, estamos en peligro” le dice. Esto pasa en Corrientes al 5200 en barrio tiro suizo y el protagonista del audio, es un niño de 8 años que entiende perfectamente que esos sonidos que solo debería escuchar en una película o serie en la seguridad de su casa, son cosas que escucha en la calle, en la puerta de su casa y sin ningún tipo de aviso previo.
En algunos casos las balaceras es dan con una nota pidiendo plata “para la mafia” a cambio de seguridad, situación que llevó al cierre de algunos locales comerciales como el de la carnicería de Lavalle al 3600 hace dos meses atrás o la concesionaria de autos en Bv Oroño al 5500. En otros casos, se presupone que los domicilios baleados tienen vínculos con el narcotráfico y que son parte de la guerra por el control del millonario negocio que se da en las calles de Rosario y en otros, más de una vez nos encontramos con menores heridos que quedaron en el medio o que no entienden si fue por error o cual es el motivo por el cual les tocó recibir una bala de regalo. Tan cruel como se ve, tan cruel como se vive.
La llegada del puesto fijo de gendarmería prometido desde el ministerio de la Nación para marzo todavía sigue con algunas demoras, y si bien uniformados y móviles por las calles pasaron a verse un poco más, la sensación que tienen los vecinos, sigue siendo de mucho miedo en algunos barrios donde lamentablemente los tiros y las huecos de las balas en los frentes de los hogares, ya se volvieron parte de una cotidianeidad.
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