Liz Truss renunció como primera ministra del Reino Unido y puso fin a un gobierno que pasará a la historia como el más corto del país. Rechazada por la opinión pública y cuestionada dentro de su propio partido, la dirigente conservadora, de 47 años, dimitió apenas 44 días después de haber asumido el cargo.
“No puedo cumplir con el mandato sobre el cual fui elegida”, declaró la mandataria en un breve discurso frente a 10 Downing Street y añadió que “seguirá en el cargo hasta que se elija un sucesor”.
Su salida deja al partido dividido y en busca de un líder que pueda unir a sus facciones rivales.
El próximo 28 de octubre se realizará una elección de liderazgo para sustituir a Truss, quien es la primera ministra que menos tiempo ha estado en el cargo en la historia del Reino Unido. El récord lo ostentaba George Canning, que duró 119 días en el cargo en 1827, hasta que murió.
Tras el anuncio de Truss, el jefe de la oposición británica, el laborista Keir Starmer, pidió la celebración inmediata de elecciones. ”Los tories [conservadores] no pueden responder a su último descalabro simplemente chasqueando los dedos y modificando a los de arriba sin el consentimiento del pueblo británico. Necesitamos unas elecciones generales (…) ahora”, dijo el líder de la oposición en un comunicado.
Apenas el día anterior a su renuncia, Truss había jurado seguir en el cargo, diciendo que “soy una luchadora, no una cobarde”.
Pero la posición de Truss ya pendía de un hilo el miércoles luego de la renuncia de una destacada ministra de su gobierno que arrojó críticas contra su gestión, y de que una votación en la Cámara de los Comunes terminase en caos y reproches.
El fallido plan económico presentado por su gobierno el mes pasado desencadenó el caos financiero y una crisis política que derivó en la sustitución del secretario del Tesoro, múltiples cambios de rumbo en sus políticas y en una ruptura de la disciplina en el gobernante Partido Conservador.
El jueves por la mañana, las críticas se acumulaban. El legislador conservador Simon Hoare afirmó que el gobierno estaba desorganizado. “Nadie tiene un plan de ruta. Todo es una suerte de lucha cuerpo a cuerpo en el día a día”, dijo en declaraciones a la BBC, añadiendo que Truss tenía “unas 12 horas” para darle la vuelta a la situación.
Durante la mañana, un creciente número de parlamentarios conservadores instaron a Truss a renunciar y poner fin al caos. “Es hora de que la primera ministra se vaya”, apuntó la legisladora Miriam Cates. Otro de los diputados, Steve Double, añadió que “Lamentablemente, no está a la altura del cargo”.
Los periódicos que suelen ser afines a los conservadores también se mostraron muy críticos. Un editorial del Daily Mail llevaba por título Las ruedas del auto de payasos de los toris se han salido.
La secretaria de Comercio Internacional, Anne-Marie Trevelyan, concedió una entrevista el jueves para defender al ejecutivo e insistió en que ofrece “estabilidad”. Pero no pudo garantizar que Truss vaya a ser la candidata conservadora en las próximas elecciones. “Por el momento, creo que esta es la situación”, indicó.
Mientras las encuestas de opinión otorgan una amplia y creciente ventaja al Partido Laborista, el próximo primer ministro tendrá un enorme desafío para recuperar la confianza de los británicos antes de las elecciones generales de 2024.