Desde hace años, Rosario es una plaza donde gran parte de sus negocios pasan por las operaciones ilegales. Una de las formas más comunes de blanquearlas son las mesas de cambio “blue” donde inversionistas llevan sus pesos para convertirlos en dólares, euros o reales y pocas explicaciones se piden acerca del origen del dinero. La trazabilidad de los fondos casi siempre es un misterio y tan solo se busca algún “frontman” de peso para poder justificar lo que contablemente es injustificable.
Si bien algunos dirigentes políticos vociferan la necesidad de mayor transparencia empresaria para cortar las rutas del delito, luego en la práctica poco se lleva a cabo de esas inmaculadas consignas bañadas con agua bendita. La necesidad de financiamiento llega hasta los engranajes del poder y un permiso de edificación tira más que una catarata de droga que mete la cola en cada barrio avasallado por la narcocriminalidad.
Como se ha demostrado en algunas investigaciones, los beneficiados de esos mercados irregulares no siempre tienen cara de Pablo Escobar y un fusil en cada mano. Muchos petulantes de guante blanco son parte necesaria de esa red y sin su fachada las dimensiones de algunas operaciones quedarían más que expuestas.
Según versiones, una financiera de origen mendocino estaría involucrada en un proceso más que obsceno de lavado de activos de origen indescifrable. El delirio sería tal que ciertos referentes de la city rosarina se preguntan cómo un fiscal no actúa de oficio ante semejante descalabro de cheques voladores, plata quemada y billetes sucios. Los rumores hablan de jugadores de peso en el revuelo: constructoras que depositan ganancias en negro, proveedores que van cobrarla y un loteo de alta gama como emblema de la voracidad de lo ilícito.
El lugar sería un avanzado proyecto de country en Funes y el deseo de los emprendedores apuntaría a vender cientos de lotes en pocas semanas. El atractivo, claro está, estaría de la mano del blanqueo de recursos y con la plusvalía de transformarlo en tierra firme. Alguna voces hablan de una particular coincidencia geográfica entre los principales operadores y este nuevo barrio cerrado: la provincia de Mendoza. Vendedores, financiera y el exclusivo barrio privado con viñedos propios de origen cuyano pero en el jardín del territorio santafesino.
Según cuentan, desde unas coquetas y reaccionarias mesas del Jockey Club, se escuchó la voz del hijo de un Ceo de medios de comunicación que alardeaba el negocio y chapeaba el cargo de su padre. Al parecer, un tal Muna se presentaría como el principal “bróker” de esta bonita Finca y, como heredero, él también quisiera llegar a ser el Uno. Casi como una reminiscencia familiar, la tierra del buen vino sería el hilo conductor del proyecto y nada mejor que un brindis para celebrarlo. ¡Salud!