Hablar del timing político que tiene Cristina Fernández de Kirchner es prácticamente una tautología en si misma, la vicepresidenta tiene un gran manejo de oratoria, discurso y sabe jugar las fichas en los momentos indicados para generar los ruidos necesarios en las direcciones que ella define.
Cuando anunció un sábado la candidatura de Alberto Fernández como presidente a quien ella se iba a sumar como vice, generó corridas por todas las redacciones y editoriales que estaban en “modo sábado” agarrando completamente desprevenido hasta al paparazzi más destacado. Del mismo modo lo hizo con su libro Sinceramente, que sacó del horno sin que nadie supiera ni siquiera que el mismo se pensaba escribir. Después por supuesto, llegan los análisis, y por obvias razones los elogios y las críticas, a lo que dice, a como lo dice y al marco de los contextos en los cuales los dice.
En este último caso el convite fue la apertura de la sesión plenaria de EuroLat 2022, en donde la ex presidenta habló del rol del Estado principalmente destacando la importancia de los mismos en la pandemia en la que por suerte no hubo que dejar en manos del libre mercado y a los laboratorios farmacéuticos la tarea de construir más hospitales y buscar vacunas para atender a la humanidad.
Y en ese marco Cristina habló de poder, y de poder real, en términos de “cuando alguien adopta una decisión y se puede aplicar y es respetada. Eso es el poder, que te pongan una banda y te den el poder un poquito es”
Claro, acá la mayoría de la oposición asegura que esto es un palo para Alberto Fernández y que es un capítulo más de la interna dentro del Frente de Todos y que trata de despegarse o dinamitar la figura de Alberto, algo que de alguna manera también puede pensar el nucleo duro del Albertismo, ya que se sabe que cuando Cristina habla, muy posiblemente tire algún palo para los suyos. Sin embargo si analizamos el discurso lisa y llanamente, podemos escuchar también, que Cristina hace alusión a ella misma, marcando que tuvo dificultades en términos de poder cuando fue presidenta.
En otras palabras, posiblemente el planteo de Cristina, fue que ser presidente, no te confiere automáticamente poder, ya que el poder es una construcción y que quizás el poder venga de otros lugares… y por eso también podemos explicar que “bueno, un poquito de poder sí”. Si a esto le sumamos esos vínculos carnales que muchas veces plantean que las figuras presidenciales son en realidad títeres de grandes grupos económicos que gobiernan mediante los presidentes para favorecer sus propios intereses… quizás esto es lo que quiso esbozar Cristina.
Sin embargo, parece que a muchos el poncho les quedó y a otros los tratan de correr para ponérselos. De todos modos, una vez más, de lo que no hay ninguna duda es que cuando habla Cristina, todos hablan.