Desde la llegada de la conectividad al mundo real, los entornos virtuales fueron creciendo cada vez con más fuerza y muchas de las cosas que antes quedaban en cuatro paredes ahora salían expulsadas al mundo gracias (o por culpa de) la aparición de un nuevo mundo digital que venía acoplarse como una sombra a nuestra cotidianeidad.
Nuetras mejores y peores cosas fueron poblando el mundo de las redes sociales hasta convertirse en un espejo que como suele ocurrirle al que realmente nos refleja, a veces nos devuelve una imagen hermosa (con o sin filtro aplicado) y otras nos devuelve la peor. Sin embargo, el gran problema que ha venido a sumar las redes sociales es la capacidad de sugestión que se ha logrado a travez del anonimato o la facilidad que sugiere publicar algun mensaje de odio, agravio o en contra de una persona.
Antes de internet, a la hora de hacer “un desplante” a una pareja en un restaurant por ejemplo, uno lo pensaba dos veces, por no pasar verguenza y porque el propio contexto de “está lleno de gente” nos obligaba a repensar nuestras acciones. Desaparecido ese espacio, las cosas tienden a pensarse menos y allá van los mensajes en contra de una ex pareja que quizas lo único que hizo fue aprovecharse de nuestra nobleza o rompernos el corazón, pero de ahí a ser todo eso que ponemos en las redes sociales sobre él o ella, hay un largo trecho. Las redes sociales hoy hicieron públicas las conversaciones que antes quedaban para solo unos pocos y la Justicia empezó a notar que estos dichos cobraban mayor trascendencia y por supuesto dañaban mayormente.
Por esto mismo no sorprende, pero si cienta un importante precedente el reciente fallo presentado en la la Justicia de Control y Garantías de La Banda, Santiago del Estero en donde una mujer fue condenada a abonar la cifra de 13 millones de pesos por el delito de injurias en redes sociales en contra de su ex esposo. El proceso judicial en su conjunto duró 3 años en donde se pudo comprobar entre capturas de pantalla e información cotejada en su teléfono particular, que la demandada había creado perfiles falsos en internet mediante los cuales hostigaba permanentemente a su ex pareja.
El Abogado Rolando Gómez Vélez, querellante en esta causa explicó en declaraciones a un noticiero de Santiago del Estero que el hombre “cansado de estos escraches, se contactó conmigo con el objetivo de frenar este tipo de publicaciones que lo injuriaban. Entonces le enviamos una carta documento para intimarla al cese de las publicaciones, bajo el apercibimiento de iniciar las acciones penales y civiles. Ella no contestó la carta documento y dio pie a realizar la denuncia por calumnias e injurias”.
La querella se sostiene además, según explicó el profesional, en que el agredido “se dedicaba al comercio y los comentarios en internet de su exesposa le habían generado una notable disminución en su cartera de clientes y agregó finalmente que “el juez no puede obligar a alguien a no hacer esto si la persona no quiere. Pero sí puede obligarla a pagar la indemnización en concepto de daño moral”.