Javier Milei se autocandidateó para el Premio Nobel de Economía durante un discurso en Praga, última parada de su gira europea. Afirmó estar reescribiendo la teoría económica junto a su jefe de asesores, el doctor Demian Reidel, para derivar la optimalidad de Pareto con funciones de producción no convexas. “Si nos termina de salir bien, probablemente me den el Nobel de Economía junto a Demian”, proclamó.
Comparó sus desafíos con los de Lionel Messi, enfatizando la importancia de la acción política para enfrentar al “socialismo” y el estatismo, destacando su éxito en estos frentes. Se vanaglorió del “ajuste fiscal más grande de la historia de la humanidad” y de haber estabilizado la economía argentina en seis meses de gobierno.
Criticó la formación económica en la Universidad de Buenos Aires y destacó su conversión a la Escuela Austríaca, que guía sus decisiones. Afirmó tener “3.200 reformas más” para convertir a Argentina en “el país más libre y eventualmente el más rico del mundo”, con la ayuda de la inteligencia artificial.
Milei describió un panorama apocalíptico de la Argentina pre-Milei, mencionando un 50% de pobreza y una presión fiscal del 70% sobre el sector agropecuario. Reiteró su fe en “las ideas de la libertad, el progreso tecnológico, los mercados libres, y el respeto a la propiedad privada y la vida” para lograr un progreso sin precedentes.
Su periplo europeo lo mostró como el salvador de la economía, elegido para resolver los problemas del país. Concluyó con su característica confianza: “La gente no se equivocó, el 56% eligió al especialista en crecimiento y dinero, que es mi caso”.