La altura del río Paraná frente a Rosario cayó por debajo del metro de altura, generando complicaciones significativas para las actividades en la mayoría de las guarderías náuticas. La última métrica indicó que el Río tiene 0,87 mts de altura.
Esta situación crítica recuerda a la vivida en el año 2020, cuando una sequía severa provocó una bajante importante del río y la aparición de extensos arenales.
Según Juan Borus, Responsable del Área de Pronósticos del Instituto Nacional del Agua (INA), “toda la cuenca formadora del río Paraná está teniendo una situación de lluvias y de aportes de las altas cuencas muy similar a la del año 2020”. Esta falta de precipitaciones en las zonas altas de la cuenca es la principal causa de la actual bajante.
El impacto en las guarderías náuticas es considerable. Las embarcaciones enfrentan dificultades para maniobrar y acceder a los canales navegables, lo que llevó a la paralización de muchas actividades relacionadas con el turismo y la pesca. Además, la disminución del caudal afecta el transporte de mercancías, ya que los buques de carga enfrentan restricciones de calado, lo que limita la cantidad de carga que pueden transportar.
Borus explica que las previsiones indican que esta bajante persistirá hasta principios de la primavera, sin expectativas de un repunte significativo del nivel del Paraná. “No esperamos un agravamiento de la situación actual, pero tampoco un repunte significativo”, agregó. Esto sugiere que las condiciones actuales se mantendrán estables, aunque desfavorables, en los próximos meses.
Las autoridades y comunidades locales están tomando medidas para mitigar los efectos de la bajante. En algunas zonas, se están realizando trabajos de dragado para mantener operativos los canales de navegación más críticos. Sin embargo, estas acciones tienen un alcance limitado y no pueden contrarrestar completamente los efectos de la sequía.
La bajante del río Paraná no solo afecta la navegación y el comercio, sino también el ecosistema local. Los humedales y las áreas naturales protegidas están sufriendo las consecuencias de la reducción del nivel del agua, lo que pone en riesgo a diversas especies de flora y fauna. Los especialistas advierten que si la situación persiste, podría tener impactos a largo plazo en la biodiversidad de la región.
En resumen, la bajante del río Paraná frente a Rosario está generando serios desafíos para la navegación, el comercio y el medio ambiente. Con una previsión de condiciones similares a las de 2020, las autoridades y comunidades deben prepararse para enfrentar una situación prolongada y adoptar medidas que minimicen los impactos negativos en la región.