Las sensaciones vinculadas a la inseguridad en Rosario son muy fuertes, y las realidades también. Los números en cuanto a asesinatos, balaceras, amenazas y robos nutren la crónica policial de los medios de comunicación en donde ya nadie pone en tela de juicio alguna estigmatización.
Realmente todos los días hay varios episodios de violencia en Rosario y lo que tampoco prácticamente nadie pone en tela de juicio es que la gran mayoría de los mismos responden a cuestiones vinculadas al narcotráfico. El problema con el narcotráfico es que “los jefes” han logrado generar redes tan grandes en un negocio millonario que le brinda trabajo a mucha gente. La pobreza extrema de algunos barrios, le dio la mano de obra necesaria a los narcos para que la comida, el territorio y el respeto se ganen a los tiros.
En su libro “El futuro santafesino: Deuda interna y esperanza” el diputado provincial Carlos Del Frade relata como el narcotráfico fue ganando terrenos en los lugares en donde había ausencia del Estado y justamente esos soldaditos, hacedores fundamentales del negocio, son los que en su mayoría, andan a los tiros en la ciudad. Si a ese grave problema, le agregamos la facilidad con la que aparentemente se consiguen balas y armas de menor y de gran porte en la ciudad, el coctel es explosivo, literalmente.
La pérdida del valor de la vida se da cuando el escenario del día a día les muestra a algunos el único camino de “salir a ganarse la vida a los tiros” y a otros a pensar en defenderse a los tiros de aquellos. Alguien dijo hace poco “los delincuentes ya no se tapan la cara” y quizás esto sea fruto de repetir los mismos errores durante años.
Los errores de que pibes que deberían estar jugando o estudiando anden en moto a los tiros por la calle, los errores de seguir hablando de narcotráfico como algo que está afuera y no adentro de toda la sociedad, los errores de no hacernos cargo de la cantidad de consumo de sustancias vinculadas al narcotráfico que hacen del mismo un negocio millonario, los errores de que sea tan fácil conseguir actualmente un arma o un servicio de sicario, los errores de que vivir seguros sea sinónimo de encierro y los errores de la justicia que anda lenta como la tortuga burocracia.
Muchos años, muchos errores y una guerra entre narcos que se vive con las calles de la Rosario como escenario. Quizás realmente se esté haciendo mucho, pero a la vista, los resultados siguen siendo aún muy pocos, quizás también como dijo otro, el problema sea de las balas, porque al menos antes las batallas se daban a las trompadas.