La serie arrancó siendo una sit com a la española, país que parece entender a la perfección las narrativas para generar una sólida comedia con aires domingueros como buena compañía para una copa y un tapeo.
Sin embargo, con el correr de los capítulos, las relaciones entre los cuatro personajes principales han ido creciendo de tal manera que pareciera que ellas mismas fueron pidiendo más profundidad en los entramados de sus narrativas.
En la última temporada, las indecisiones y aventuras de Valeria y sus amigas comienzan a explotar además sus vínculos en profundidad y a meterse en temas más crudos como el acoso callejero, la marcha del 8 M o las ataduras y traumas que las mujeres traen desde la infancia.
La serie nunca se sale de su libreto de ser simple y efectiva a la hora de jugar con lo romántico, lo sexual, las relaciones y nuevos contextos culturales de este grupo de treintañeras madrileñas que buscan ser felices o por lo menos descubrir que cosas las hacen felices, pero logra traspasar una capa liviana para meterse en temas más profundos sin alterar su estética narrativas todo un logro.
La serie es recomendada para mujeres por supuesto, para parejas más todavía y especialmente para los hombres que desde hace años buscan “entender a las mujeres”, no para hacerlo, sino para comprender muchas de las cosas que culturalmente viven y sufren las mujeres históricamente en su cotidianeidad. Si bien parece obvio decirlo, la serie está contada dentro de nuevos paradigmas culturales en donde los planteos que se hacen estas “guapas”, están muy lejos de las princesas… Aunque sin lugar a dudas, si a alguien le cae el mote de príncipe azul (maldito y sensual) es al personaje de Víctor.
La serie está disponible en Netflix y tiene tres temporadas de 8 capitulos de unos 40 minutos cada una. Según afirma la plataforma, la historia ha llegado a su final y no tendrá una cuarta temporada… Pero los fanáticos creen que todavía hay mucha historia para contar.