Los robos y hurtos vinculados a chapa, cobre y bronce que terminan siendo parte de insumos que se venden en forma ilegal en las chatarrerías sigue siendo una modalidad cada vez más frecuente en la ciudad.
En este caso, la historia de película, que parece sacada de un sketch de una sátira estilo Benny Hill, sitúa al protagonista en Urquiza y Cuba, momento en que Sebastían deja estacionado su auto frente a su domicilio.
Al salir luego de una hora y media aproximadamente, el vehículo ya no estaba, motivo por el cual realizó la denuncia correspondiente al 911 y salió a recorrer al zona para ver si lograba avistarlo, sin tener éxito.
Sin embargo al día siguiente, de casualidad, se encontró a dos carritos que eran trasladados por dos personas en moto en la zona de Solís y Eva Perón que llevaban partes de un automóvil, a las que Sebastián logró reconocer como partes del suyo.
Finalmente al acercarse a estas personas, los carreros aseguraron que habían comprado las partes en Facebook y ahora lo iban a vender en una chatarrería de la zona pero no tuvieron mucha información del respaldo. Al ser notificada la policía se comprobó que una de las dos personas tenía pedido de captura.
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