Versión Rosario:
¿Qué balance hace de los 11 primeros meses del Gobierno de Milei?
Marcelo Lewandoski:
Indudablemente que se fijó un objetivo que era el del déficit cero, sin importar a costa de qué. Entonces, hoy creo que han logrado reducir la inflación, pero lo que hay que ver es a qué costo. Uno lo que ve es un desamparo muy grande en vastos sectores de la sociedad, en cosas fundamentales como educación o salud.
Y lo que hace que el aparato productivo sea seriamente dañado o como lo vemos con muchos puestos de trabajo que se van perdiendo, con fábricas que han cerrado y con una caída abrupta en la economía que no termina, más allá de algunos números que se quieran mostrar totalmente alejados de lo que necesitamos en un país rico con un enfoque en torno a lo productivo.
En síntesis, esto que se demuestra de que no se recorta todo quirúrgicamente, sino en forma altamente fuera de contexto, bajando y desfinanciando organismos que son clave para la producción, como los vinculados a ciencia y tecnología. Se empezó desabasteciendo todo: el CONICET, el ARSAT o el INTA que también está cerrado.
VR:
Y hace poco se conoció un nuevo dato que confirma la baja de la inflación, un número muy bajo, comparable con los de 2020 y 2021. ¿Cree que les está saliendo el plan económico? ¿Le puede salir bien? ¿Esta situación se puede sostener?
ML:
Yo creo que cuando esto no es genuino, cuando tenés números de más del 50% de gente bajo la línea de pobreza, cuando tenés todo un entramado productivo que está sufriendo, uno se pregunta: ¿la depresión económica hasta cuándo se aguanta? Porque, si realmente no hay una mirada productiva para sostenerlo, ¿cómo se sigue?
Primero, ¿qué gastos se están bajando? Y segundo, cuando lo que hacés es romper con el aparato productivo, este tipo de programas económicos no se sostienen. Lo del déficit cero también es, como lo ejemplifica bien un senador: hace de cuenta que están pagando la tarjeta, que no te la cortan, pero lo que hacen es pagar el mínimo. No estás pagando todo. Estás con el pago mínimo hasta que explota y es insostenible. Entonces, con un dólar retrasado, con una falta de divisas, ¿qué pasa cuando no llegan los dólares necesarios para sostener parte del plan? Lo que se ve de este gobierno es que muestran los números de la macroeconomía, pero en el día a día, hablo con comerciantes, con empresarios, con toda la cadena productiva, y no pueden mantener los negocios abiertos.
Los servicios se fueron por las nubes. Si no tienen ventas, ¿cómo se sostiene un país de esta manera? Sin producir, por más que no gastes, si no tenés producción, ¿cómo va a recaudar un Estado?
VR:
Y con respecto a su labor como senador, en algún momento Mayans tuvo algunos acercamientos con Victoria Villarruel. Después Cristina Kirchner le dijo que estaba loco. ¿Cómo analizás su figura? ¿Te parece que se puede acercar al peronismo?
ML:
Quizás puede haber algunos puntos de coincidencia. Yo creo que no hay que verla como, digamos, una figura que pueda generar un armado amplio detrás suyo. Es difícil concebir que haya un gran movimiento de multitudes que coincida plenamente con su pensamiento.
Creo que hay cosas que, más allá de la ideología, tienen que ver con cuestiones fundamentales, como la defensa de situaciones relacionadas con la dictadura. Son cosas que te ponen una pared, una barrera que por momentos parece infranqueable. Entonces, realmente, uno puede coincidir en varias situaciones con cualquier dirigente, y de pronto pueden surgir puntos en común.
Sin embargo, lo que ha pasado con la represión en la República Argentina no permite pensar en coincidencias ni en puntos en común. Esos son límites claros para cualquier unidad o tipo de acercamiento. Cuando estas situaciones están en juego, hay puntos que son casi imposibles de acomodar.
Igualmente nosotros venimos señalando que hay que buscar puntos en común con muchos sectores, aunque existan disidencias. Quizá vengan momentos en donde haya que abrazar y dialogar con todos los sectores, sin necesidad de coincidencias plenas. Pero hay puntos que son infranqueables y que marcaron una distancia que no se puede salvar.
VR:
Y con respecto al futuro del peronismo, usted no se metió en la interna, pero ¿se siente más cerca de la autocrítica y las nuevas propuestas que pretendía hacer Kicillof o más cerca de la postura de Cristina Kirchner?
ML:
Yo lo que digo es que uno tiene que volver a las fuentes, claramente. El sujeto del peronismo fue el trabajador, y hoy el trabajador no se siente representado por el peronismo. Me parece que ese es un punto de partida. Si la gente no nos eligió y prefirió a Milei, o sigue prefiriendo otros sectores, es porque no nos ven como una representación válida.
Habrá que aprender de los errores que hemos cometido y dejar de insistir con lo mismo. Tenemos que buscar dónde fallamos y encontrar una respuesta para una sociedad que no nos eligió. No se trata solo de mostrar quiénes somos, sino de mostrar cuáles son las herramientas que tenemos ahora para cambiar la historia actual. Volver a enamorar. Es como un matrimonio que sufrió un quiebre: hay que encontrar la manera de que te vuelvan a querer.
Para eso, tenemos que ser creíbles. Si no escuchamos por qué no nos votaron y qué es lo que no les gusta de nosotros, no vamos a poder corregir el rumbo. También necesitamos cambiar ciertos discursos para llegar a una población joven que no nos eligió, y enfrentar una batalla cultural que venimos perdiendo con el tiempo.
Nos han puesto en un lugar que no somos. Esto de que el peronismo está en contra del trabajo está totalmente alejado de lo que representamos. Creo que el peronismo, a lo largo de su historia, siempre buscó respuestas a partir del trabajo, la educación y la formación. Somos el movimiento de la movilidad social ascendente, donde cada persona debe ser artífice de su propio destino dentro de una comunidad.
Creemos en una sociedad donde el que trabaja progresa y puede salir adelante. Muchas de estas ideas han sido tergiversadas como parte de esa batalla cultural que mencionaba. Creo que es fundamental retomar estos valores, incluyendo los avances en ciencia y tecnología que han sido logros de gobiernos anteriores.
Nuestra lucha no es solo contra el imperialismo, sino por una reconstrucción colectiva y no individual. Nosotros hablamos de una comunidad organizada, no de una donde cada uno está a la buena de Dios. También tenemos que poner en valor las entidades intermedias y todo lo que implica reconstruir una sociedad con valores claros, que este gobierno ha puesto en duda.
Hay una porción grande de la sociedad que duda sobre cuál es el camino correcto, y eso es parte de esa batalla cultural que tenemos que dar. Pero estoy convencido de que podemos marcar el camino y demostrar que podemos hacerlo.
VR:
¿Y la conducción de Cristina Kirchner del partido lo entusiasma? ¿Le parece que puede ser ese regreso a las fuentes o le parece que es seguir más asociado a los vicios o errores que la gente rechazó del pasado?
ML:
Yo creo que tiene que haber un ordenamiento y una participación mucho más plural para defender los intereses y ser inteligentes en cada una de las partidas y en cada uno de los lugares. No es lo mismo lo que pase en Buenos Aires que lo que pueda pasar en Jujuy, Mendoza o Santa Fe.
Y ya no la lógica del orden de Buenos Aires para acomodar al resto. Me parece que si no entendemos eso estamos complicados. Cada actor se ha ganado un lugar y ha tenido una participación. Esto es así. Axel en Buenos Aires ganó dos veces la Gobernación, o sea, no es justo que le marque en la cancha cada momento.
Santa Fe tiene sus problemas y tiene sus necesidades y su problemática con la sociedad santafesina y hay que diferenciarlas de las necesidades del conurbano bonaerense. Lo mismo pasa en cada una de las provincicas. Yo no trato a ningún compañero de traidor o timorato. Pero si veo a compañeros gobernadores que en algunos casos hacen lo que pueden para poder salvar su propia gobernación y a su propia población para pagar los sueldos y mantener la salud, la educación. Veo que hacen lo que pueden. Entonces me parece que también eso hay que contemplarlo, hay que escucharlos y no hay que enfrentarlos, sino abrazarlos.
VR:
Volviendo para atrás en el tiempo, con su candidatura del año pasado para gobernador, ¿cómo evalúa el armado electoral del peronismo? ¿Le parece que se concretó la unidad o que por ahí faltó apoyo de algunos espacios?
ML:
No, la verdad que mirar por el espejo retrovisor no tiene mucho sentido. Sabemos muy bien dónde hubo apoyo y dónde no lo hubo; lo tengo bien claro. Pero creo que lo importante es tomar nota para que no se repitan esas circunstancias en el futuro.
Volver a plantear lo que no se hizo en 2023 no tiene sentido. Ya pasó un año. Lo que hay que hacer es conocer la historia para aprender de ella y no repetir los mismos errores. He tomado nota de lo que ocurrió, y sé en quién se puede confiar y en quién no.
Sin embargo, creo que analizar lo que pasó hace un año no es productivo a esta altura, salvo de puertas adentro, para evitar cometer los mismos errores. Ahora es momento de pensar en lo que viene y mirar hacia adelante.
VR:
Y dentro de esas notas que se pueden tomar, que por ahí son puertas adentro, desde afuera se percibe cierta desconfianza entre el norte y el sur de la provincia, entre Rafaela y Rosario. ¿Existen algunas tensiones, que tal vez también Unidos para Cambiar Santa Fe tiene, pero que después se ven a la hora de gobernar en espacios políticos tan amplios como el peronismo o esa misma alianza?
ML:
Sí, yo creo que muchas veces hay mezquindades entre los dirigentes, y eso no tiene que ver con las poblaciones. Muchas veces estas tensiones son más de la dirigencia que de la gente en sí.
Creo que a nosotros a veces se nos exige justificar por qué nos juntamos con tal o cual persona, mientras que, por ejemplo, el socialismo se alió con sectores de lo más rancio de la derecha argentina en la representación de la provincia, solo por el hecho de participar en un gobierno. Y lo pudieron hacer sin grandes cuestionamientos.
Me parece que cuando hay objetivos claros, cuando no hay mezquindades y cuando se puede hablar de un proyecto en común, hay que enfocarse más en lo que nos une que en lo que nos separa.
VR:
Y en esas alianzas, en esa ampliación del campo del peronismo o en reuniones, ¿hay lugar para sectores como el de Granata o, por ejemplo, para los espacios más de izquierda como el de Del Frade?
ML:
Creo que, como dije antes con Villarruel, hay límites que uno pone que van más allá de la cuestión política. Son límites que tienen que ver con la historia o con cuestiones de fondo que no se pueden ignorar. Sin embargo, uno puede coincidir en ciertos aspectos, aunque sea temporalmente, para llevar adelante un programa específico.
No creo que haya que descartar a nadie de entrada ni cerrarse a posibles conversaciones. Hay que ver qué piensa cada uno y evaluar las posibilidades. En este momento, no me parece que sea tiempo de decir que no a nadie.
Además, hay ocasiones donde se pueden encontrar coincidencias puntuales, como en temas específicos, por ejemplo, la reforma del sistema de jubilaciones o ciertas propuestas legislativas. No necesariamente eso significa un acuerdo permanente o una alianza duradera.
La política también se trata de eso: de construir consensos y avanzar en el camino, incluso si no hay coincidencia plena o un acuerdo eterno.
VR:
Tiene presentado un proyecto de inversiones productivas en la Cámara de Senadores. ¿Cómo se articularía con el RIGI, que muchos consideran dañino para la producción nacional?
ML:
De alguna manera, lo que intentamos con este proyecto es poner en agenda un tema que no estaba contemplado: el impacto en las pequeñas y medianas empresas. Por eso le dimos una vuelta de tuerca para incluirlas. Muchas de estas empresas estaban quedando afuera porque no llegaban a inversiones de grandes montos, como 200 millones de dólares. Entonces, la idea es ofrecerles una ventaja impositiva que les permita competir en mejores condiciones.
Lo que proponemos es que, por ejemplo, si alguien invierte 1 millón de dólares para renovar una planta o maquinaria, esa inversión le genere un bono que permita deducir impuestos, como Ganancias, en el mismo ejercicio fiscal. Además, buscamos reducir la alícuota de Ganancias: quienes actualmente pagan el 35% pasarían a pagar el 20%. Esto es clave para aliviar la carga fiscal de las empresas y fomentar la inversión.
Presentamos este proyecto en distintas entidades nacionales, como la UIA y la Federación Industrial de Santa Fe. También trabajamos en conjunto con empresarios santafesinos, quienes fueron fundamentales para defender este planteo, ya que consideraban que el RIGI era muy perjudicial para nuestras empresas.
Claramente, este enfoque no está del todo alineado con la visión del Estado Nacional, pero creemos que es necesario para abordar no solo la macroeconomía, sino también el día a día. Este tipo de medidas genera oportunidades concretas de desarrollo para las pequeñas y medianas empresas.