Comenzó el ingreso de alimentos de la canasta básica de origen extranjero -puntualmente de países limítrofes como Brasil y Uruguay- a los supermercados de todo el país. Los mismos cotizan entre un 15% y un 75% menos que los productos nacionales.
En medio de las críticas de fabricantes y cámaras como la Unión Industrial Argentina (UIA) –que manifestaron su preocupación por la producción local–, la incorporación será progresiva: diseñaron un plan de tres etapas: en primer lugar recuperar la presencia de stocks, ampliar el surtido -que se ejecutará en 60 días-, y el ingreso de nuevas categorías y proveedores que prevén que sea entre agosto y diciembre.
Mayormente, vendrán de Brasil y Uruguay lácteos y referencias de almacén. En segundo lugar, se importarán de México y Paraguay. Del primero se analiza traer el pan Bimbo –que la empresa hace acá, a un costo mayor y se vende más caro que en los mercados vecinos–, en tanto del segundo las cadenas ya traen las papas fritas de sus tubos de su marca propia. En menor medida, habrá pastas, cervezas, mermeladas y chocolates de Europa. Y ya miran a Asia, sobre todo China.
Con la entrada de proveedores extranjeros, se busca poner en jaque a los fabricantes más fuertes que, ante la menor competencia, tienen una posición dominante a la hora de fijar precios. No obstante, el impacto en la inflación no será instantáneo teniendo en cuenta los tiempos de importación y que el plan de los súper se completaría a fin de año.
Con este panorama, la Secretaría de Comercio espera contener los aumentos. Dos de cada tres productos subieron por encima de la inflación promedio del rubro registrada entre diciembre y febrero. Si bien en los últimos días aparecieron los primeros signos de deflación, entre marzo de este año y el pasado, los alimentos aumentaron un 314,1%, por encima de la suba general de precios registrada en el periodo (287,9%).