La frase pertenece al padre de Agustina Magalí García de 17 años, quien fue atropellada junto a su madre Tania Daniela Gandolfi de 41 años por Agustín Lopez de 20, quien aparentemente corría una picada a bordo de un Peugeot 206, que circulaba a 120 kilómetros por hora según atestiguaron las cámaras de seguridad en la zona.
Federico era uno de los peatones que estaba disfrutando la tarde noche en la Costanera central de Rosario cuando de repente escuchó una explosión enorme, “luego me enteré que también había una moto involucrada que se venía corriendo desde el túnel que viene del Parque España”.
El testigo ocasional del hecho relató que al llegar a la esquina con la intención de ayudar, se encontró con el cuerpo decapitado de una niña y un chico intetando salir del auto medio atontado. “El padre de la persona asesinada lo estaba agarrando a trompadas, llorando desconsolado, gritando que lo había dejado sin hija, porque no sabía de qué manera de reaccionar, debe ser terrible”.
Además contó que la policía tardo mucho en llegar al lugar y que “las ambulancias tardaron un montón, fue un desastre como fue manejado todo. La verdad que fue triste, pero bueno, es lo que toca a veces” remarcando el terrible shock que fue ver el cuerpo de la nena sin cabeza.
La postal de un asesinato que comienza con una picada y dos vehículos que emprenden a toda velocidad una carrera sin sentido que termina con una familia cordobesa completamente destruida y el dolor de muchas personas que fueron testigos como Federico, de las imagenes más atroces que puede generar el impacto de un auto a 120 kilómetros por hora con un cuerpo humano.