Además de la medida que apunta a nuevas construcciones, la edila planteó también en su proyecto, que para los edificios ya construidos se coloque un Macro Medidor de agua que obligue a pagar por mt3 consumido y no por el mt2 de la propiedad.
Para Gigliani, los factores que inciden en la falta de agua potable en Rosario son de lo más variado. “Hablamos de falta de inversión en obras de infraestructura, la habilitación de edificación en altura como nunca antes en las últimas dos décadas que genera mayor demanda. Sumado a las demoras en el avance de las obras en el Acueducto del Gran Rosario y la preocupación por el desfinanciamiento del Gobierno Nacional de Javier Milei en los planes de obras públicas”, dijo Gigliani y agregó: “Además tenemos una red obsoleta en el primer anillo perimetral de la ciudad, con caños que datan del siglo pasado. Tenemos el agua del río Paraná, una planta potabilizadora trabajando, en ocasiones, al límite de sus capacidades y agua que no llega a los domicilios por deficiencias en la red de distribución”.
La concajela sostuvo que ante esta situación el Estado debe intervenir para aportar soluciones. “El Municipio de Rosario es quien habilita las nuevas edificaciones. La ciudad de Rosario estuvo entre las cinco ciudades con mayor sumatoria de metros cuadrados nuevos de Argentina. A un promedio de 700 mil metros cuadrados por año durante las últimas dos décadas y llegando al récord de 1 millón de mt2 nuevos en el año 2007. Además, según datos de la oficina de Obras Particulares, entre 2005 y 2018 se habilitó la construcción de 2.583 edificios, que implicaron 65.491 viviendas. El área delimitada por Oroño, Pellegrini y el río contuvo el 35% de los proyectos, aunque si se considera todo el distrito centro (que incluye además los barrios República de la Sexta, Abasto, Lourdes, Echesortu, Luis Agote y Pichincha) la concentración alcanza el 90% de los permisos, con un aumento significativo en la demanda de servicios”, describió.
Ante este panorama, Gigliani plantea la necesidad de la conformación de una mesa de trabajo que incluya a la empresa Aguas Santafesinas, al Ente Regulador de Servicios Sanitarios, a la Catedra del Agua de la Universidad Nacional de Rosario, la Asociación de Consumidores y Usuarios, a empresarios y desarrolladores para debatir posibles salidas para esta realidad. “Además de cambios en el Reglamento de Edificación. De modo tal que toda nueva construcción que se habilite cuente con las instalaciones técnicas pertinentes para colocar medidores de agua en cada unidad funcional, sean residenciales o de oficina.
Para lo edificios ya construidos, proponemos que se coloque un Macro Medidor de agua con el objetivo de llamar a un uso racional del agua potable”. La concejala aclaró que de ningún modo pretende ser un obstáculo para el desarrollo de la ciudad. “Lo que buscamos es lograr un crecimiento sostenido, ininterrumpido y armonioso. Con obras y acceso a los servicios esenciales para el conjunto de los rosarinos”, concluyó.