Es innegable que el centro de la escena política argentina sigue perteneciendo al presidente. Aún así, comienzan a registrarse indicios de que su relato está siendo amenazado por distintos flancos. Los eventos recientes confrontan con la narrativa del liberal libertario.
La gran síntesis discursiva de Milei, la casta es responsable de todos los males de Argentina, lo catapultó al centro del sistema político. Por acción u omisión, los demás espacios no pudieron convencer al electorado de que esto no era así. Con ese acierto a cuestas, Milei cursó sus primeros 100 días como presidente extremando la polarización, obligando al resto del sistema a tomar partido por algo así como la refundación de la Argentina, apelando a la voluntad de cambio del electorado, o el sostenimiento de los privilegios. Jaqueando, sobre todo, al radicalismo que intenta despegarse del kirchnerismo tanto como se pueda. Así, sin matices, Milei pudo impulsar y defender sus medidas radicales de transformación, materializadas en el mega DNU (70/2023) y en la Ley Bases.
Pese a que Milei conservó la iniciativa discursiva, esto no alcanzó para que se apruebe la primera ley ómnibus y tampoco impidió que el Senado rechace el DNU. El presidente se rehúsa a hacer política, mientras que su vice no le hace asco, dialoga con senadores y acrecenta su figura como alternativa ante un naufragio mileísta. Los sondeos de opinión pública siguen señalando que el presidente cuenta con una imágen más que favorable pero no es el único. Villarruel y Bullrich, con agendas propias despegadas de la economía y con un carácter más pragmático, lo siguen de cerca.
La sobrevalorada batalla cultural
Sin logros significativos en el frente económico, La Libertad Avanza da la batalla cultural sin demasiado éxito. Fiel a su estilo disruptivo y provocador, el Gobierno alentó interpretaciones alternativas, por llamarlas de algún modo, de la última dictadura militar y de la Guerra de Malvinas, pero no prendieron demasiado en su electorado que lo votó para que baje la inflación y no para que reinterprete los años setenta. Ni siquiera los medios de comunicación más afines como La Nación + se plegaron al relato negacionista de la dictadura e incluso cuestionaron la posición oficial.
Para salir del apuro que se autogeneró el gobierno con su “historia completa” del golpe, el vocero presidencial anunció que el Centro Cultural Kirchner cambiará su nombre. Pese al aire provocador de la medida, la oposición no se enganchó en la discusión y minimizó el renombramiento. Hasta Máximo Kirchner declaró que el actual CCK podría tener cualquier nombre, incluído el de Conan Milei.
El frente opositor a menudo es cuestionado por su pasividad ante las agresiones de Milei y esto lo lleva a un dilema: si realiza demasiadas concesiones, será tildado de colaboracionista por los propios, si rechaza todas las proposiciones de Milei, se lo calificará como obstruccionista. Esta encerrona lo obliga a reformular los términos y condiciones propios de su reconstrucción de la Argentina. Para eso, es necesario que abandone el caracter conservador, asociado al “no perder derechos”, y pase a la acción con una propuesta transformadora de cara al futuro. Hoy, la iniciativa sigue en campo del ejecutivo. Evitar caer en todas las provocaciones es, al menos, un primer paso para dejar de correr atrás de la pelota.
La crisis será televisada
Los 130.000 contagios de dengue y la falta de repelentes en el país obligaron a que el Ministro de Salud, Mario Russo, compareciera por primera vez ante la prensa. Las insólitas recomendaciones, uso de mangas y pantalones largos para evitar picaduras, sumadas a la pésima y extraña oratoria del funcionario, evidenciaron la falta de preparación, de esa área en particular y del Estado entero en general, para hacer frente a cualquier situación crítica que atraviese el país. Milei puede culpar a la casta por los desvaríos económicos que hoy azotan al país. Pero es difícil imaginar una sociedad que no vea como responsabilidad de la gestión de turno la falta de repelentes, fumigaciones o campañas de prevención.
A la crisis de salud se le suman los aumentos en los servicios de luz, agua y gas, los cuales, se estima, engrosarán la inflación de los meses venideros en 3 o 4 puntos, el pago en dos cuotas de las jubilaciones en el mes de abril y la advertencia del Ministro de Economía Caputo de que es probable que no se convaliden las paritarias libres.
Ni Clarín ni La Nación endulzaron o eludieron las últimas medidas del Gobierno.
El repertorio de sofistas esta vez no se inmoló. El modelo de Javier Milei comienza a materializarse en las pantallas, los cuerpos, y los bolsillos de los argentinos.
Pese a todo, Milei ni siquiera ensaya un gesto de sensibilidad hacia los sectores más afectados por sus políticas. En su lugar, sorprende con un viaje relampago por la noche a Ushuaia para reunirse con la Jefa del Comando Sur de los EE.UU., Laura Richardson. La desconexión plena del presidente por ahora no socava su electorado.
Aún así, se evidencia un malestar social creciente que podría agravarse con el cierre de universidades, previsto para Mayo, y el colapso del transporte, de concretarse el enfrentamiento entre el Gremio de Camioneros y el Gobierno.
El relato anti casta y refundacional todavía le permite hacer control de daños al mileísmo, aún en medio del descontento y la desesperación. Pero el relato, por sí solo, no alcanzará si en el corto plazo no hay indicios económicos que sustenten la proyección de futuro que proyectan los liberal libertarios.
