Un nuevo episodio de inseguridad se produjo en la ciudad de Rosario, en este caso en Jujuy casi llegando a Dorrego, en donde una joven denunció ser arrastrada media cuadra por un ladrón motorizado que le quitó su celular para retirarse acelerando su vehículo.
La historia que se repite sin que se tomen medidas concretas para finalizar con esta modalidad de robo (tanto por parte de las empresas de Delivery en el control de sus trabajadores y el uniforme de trabajo) como por parte del Municipio y la Provincia para buscar o exigir medidas de control y seguridad que permitan distinguir a verdaderos trabajadores de cadetería de ladrones expertos en arrebatos.
La joven compartió imagenes de su pierna y codo ensangrentados producto de los raspones que se hizo al ser arrastrada por el delincuente y dio detalles del aparato arrebatado, agregando que al llegar la policía al lugar, no quisieron perseguir al ladrón “por si lo tiroteaban”.
Lamentablemente la modalidad sigue dejando una gran cantidad de personas en la misma historia que Angelina y muy pocas respuestas desde el otro lado. Los propios trabajadores de Delivery, destacan la necesidad de controles porque justamente son estigmatizados en su jornada laboral por los casos de delincuentes que se hacen pasar por ellos, o hasta incluso, en algún punto se plantea la posibilidad de que algunos trabajadores, en realidad aprovechen la impunidad que permite la aplicación para poder delinquir “en horario laboral”.
¿Existirá la posibilidad de cruzar datos entre GPS y geolocalización para minimizar este tipo de accionar? Quien escribe estas líneas, lleva 2 arrebatos similares al de esta nota en dos años y lamentablemente es un número que parece repetirse al comenzar a consultar.
Así como las gestiones que se realizan en este Gobierno a propósito de las chatarrerías, que visiblemente han bajado una modalidad que se había vuelto habitual en cuanto al delito del robo de cables, es necesario de forma urgente comenzar una política pública en materia de Seguridad que busque una solución a los arrebatos que suelen darse en la misma zona, en los mismos horarios y prácticamente bajo la misma modalidad de un delincuente vestido de trabajador de delivery.