Recientemente el llamado a dejar de investigar la Inteligencia Artificial por 6 meses elevado por una gran parte de científicos y empresarios vinculados a la tecnología, generó una alarma también en gran parte de la población que quizás hasta ese entonces solamente había escuchado hablar de IA en series o películas.
¿Cómo pudo haber pasado esto? Es la velocidad con la que avanzan las investigaciones. Hace años atrás, cada nuevo invento era presentado con bombos y platillos para que la sociedad los conozca. Sin irnos tan lejos como al invento de la rueda, con respecto a la TV por ejemplo, hace algunos años celebrábamos la llegada de la televisión a color, para que nadie se asuste repentinamente con esta capacidad.
Sin embargo esos avances tecnológicos que llegaban de la mano de la revolución industrial, comenzaban a explotar literalmente con la llegada del rayo digital de internet. Ahora, la revolución pasaba a formar parte de todas las esferas de la vida cotidiana, de la mano de una serie de inventos que casi sin avisar terminaron de configurar las bases de la explosión digital que vivimos en la actualidad: la tecnología wifi, el desarrollo de los smarthpones (reemplazando al viejo celular) y finalmente la posibilidad de conectarse internet desde un dispositivo móvil mediante el uso de datos.
Estas tres tecnologías, con la ayuda de algunas más lograron generar un terreno de conectividades y redes tan gigante, que en pocos años prácticamente el desarrollo de las aplicaciones, y las necesidades de programadores derivaron en un verdadero boom de avances, que por cuestiones culturales de acceso o saberes, quedaron solamente para algunos pocos.
La revolución digital “entró a su pago sin golpear”
Un día las redes sociales comparten la imagen del Papa con un camperon y muchos creen en la posibilidad de un Francisco con look renovado desafiando las etiquetas de vestimenta del mismísimo Vaticano en una caminata por la Santa Sede. Mientras tanto otros “más modernos” hablan de algo “fotoshopeado” cuando dicha imagen quizás no pasó necesariamente por ese programa de diseño. En la actualidad, cientos de aplicaciones nos permiten editar imagenes, audio y video con muy pocos conocimientos sobre el tema. Los reels de tik tok e instagram son los que nos muestran los resultados de este tipo de trabajos, como los que pueden hacerse con la aplicación Reface que logra “poner nuestra cara en la de un artista en alguna escena icónica de una serie o película”. Nos divierte y al mismo tiempo, quizás nos acabamos de enterar de un avance tecnológico que no celebramos.
Justamente el desarrollo vertiginoso de la tecnología hace que para los adultos mayores sea tan complicado acceder a la misma, porque con el simple hecho de cambiar de un teléfono a otro, habrá nuevas tecnologías distintas a las anteriores que generarán más de un problema en cuanto a notificaciones que antes no aparecían, comandos que se automatizan con gestos que antes no existían entre otras cosas. Digamos todo, este problema no es solamente para adultos mayores, a más de uno cuando le ha tocado subir de gama o cambiar de marca a la hora de comprar un teléfono nuevo, le ha tocado sentarse al menos unas horas para aprender “como se hacen cosas en este teléfono que antes se hacían de otra manera o no podían hacerse” (Sería bueno entre otras cosas universalizar la forma de hacer capturas de pantalla por ejemplo).
Lo mismo pasó con el televisor, para muchos cambiar un TV de pantalla más chica a una más grande, le agregó la instancia “smart” a la compra y lo que se terminó llevando a su casa es otra cosa muy distinta a una actualización de su viejo televisor led o de tubo. Muchos de estos inventos se instalaron en la vida cotidiana de las sociedades sin que nos lleguemos a enterar de esto hasta el momento de reemplazar un viejo aparato de televisión o un celular u otro electrodoméstico robotizado, como la aspiradora “que anda sola”.
La gran mayoría de la población descubre esto en forma repentina, y quienes “ya lo sabíamos” no recordamos exactamente cuando pasó todo esto, o como se volvió tan fácilmente parte de nuestro paisaje cotidiano. Finalmente, el problema de estar tan perdidos en materia tecnológica y no saber si la foto que estoy recibiendo es real o no; si quien escribe desde el teléfono de mi amigo pidiéndome plata, es mi amigo o un nuevo intento de estafa, ponen sobre la mesa la necesidad que tiene la sociedad actual de incorporar saberes vinculados nuevas tecnologías. Mientras los avances en materia digital van por una autopista, los saberes populares necesarios para comprenderlos avanzan sobre el caparazón de una tortuga.
Quizás una solución a tanto mareo, sea volver a caminar despacio en ambos sentidos y comenzar a festejar cada nuevo invento, para que el día de mañana cuando nuestro delivery de comidas sea un drone, no nos caigamos de espaldas al abrir la puerta, ya que esa posibilidad, actualmente existe y de hecho funciona. ¡Que lo parió Mendieta!