El debate por la invasión de bicicletas en el cantero de Oroño trajo de nuevo una propuesta polémica: levantar el estacionamiento en el tramo entre Montevideo y el río para instalar bicisendas. Ese corredor es muy utilizado tanto por peatones, como corredores y ciclistas porque tiene movimiento, iluminación y seguridad. Pero el predominio del espacio para automóviles en la calzada hace que el resto de los usuarios deban competir por un lugar en el cantero central, lo que genera fricciones.
Hace años que los ciclistas piden una bicisenda en la arteria. Inclusive, en 2018 hubo un proyecto en discusión. Pero, por ahora, todo han quedado en la nada. La propuesta más reciente vino desde el Concejo, y pensó como salida la posibilidad de que haya ciclovías en las paralelas, Alvear y Balcarce.
Pero los especialistas en urbanismo y movilidad difieren con esta postura. “Resultaría en un impacto mínimo, ya que gran parte de la demanda permanecería en Oroño, que ofrece condiciones muy valiosas como la seguridad percibida, la condición paisajística, una óptima iluminación, una buena superficie de rodamiento y buena conectividad”, analizó el arquitecto y docente universitario Nicolás Baudino.
Pero los especialistas en urbanismo y movilidad difieren con esta postura. “Resultaría en un impacto mínimo, ya que gran parte de la demanda permanecería en Oroño, que ofrece condiciones muy valiosas como la seguridad percibida, la condición paisajística, una óptima iluminación, una buena superficie de rodamiento y buena conectividad”, analizó el arquitecto y docente universitario Nicolás Baudino.
“Esta gestión y la anterior han sido espectadores del problema sin intervenir más que con una postura normativista, sabiendo que no hay mejor política para los ciclistas urbanos que ofrecerles espacios de buena calidad. Y no se trata únicamente de delimitar espacios exclusivos, sino que hay que tender a juntar las características que mencionaba antes”, subrayó el ex integrante del Área de Movilidad Activa en el Ente de la Movilidad de Rosario.
Uno de los proyectos más recientes, que proponía levantar los estacionamientos para ganar espacio y hacer la bicisenda sobre la calzada, del lado interno pegado al cantero, fue presentado el año pasado. Su autor fue Lisandro Zeno, uno de los legisladores que más trabajó sobre movilidad sustentable y que terminó su mandato en diciembre.
La iniciativa planteaba convertir Oroño en un paseo deportivo, recreativo y turístico, que incluya ciclovías y un corredor para corredores separados físicamente de los autos, y que conecte con la bicisenda que está próxima a inaugurarse entre 27 de Febrero y Montevideo. Pero además proponía potenciar la arteria sumando una zona educativa, un área gastronómica y un sector relacionado a los servicios de salud, vinculando los parques de la costa con el parque de Independencia.
Consenso
El ex edil aseguró que el texto estaba acordado con muchos actores de la zona: instituciones médicas, escuelas, gastronómicos, el Consulado de Italia y la Facultad de Ciencias Económicas. “Los boxes de estacionamiento actuales no son muchos ni resuelven la demanda de las escuelas ni los centros de salud. Grupo Oroño tiene convenio con seis cocheras de la zona, recibe más de 100.000 consultas mensuales. No le mueve la aguja eliminar 10 lugares por cuadra”, dijo Zeno.
Como contraprestación, planteaba que en las transversales se estacione en ambos lados de la calzada, como para no perder boxes. Sin embargo, dijo que en Oroño existe una gran oferta de estacionamiento gratuito: “En un extremo, tiene estacionamiento gratuito en todo el parque Independencia, y del otro lado, en todo el estacionamiento gigante que se hizo a la vera del río, entre Oroño y Balcarce, una obra que salió una fortuna para que estacione la gente que vive sobre el río”.
Además, el proyecto conectaría los dos parques más concurridos de la ciudad, cuatro estaciones de bicicletas públicas (Salta, Oroño y el río, Facultad de Ciencias Económicas y Museo Castagnino), resolvería la falta de ciclovía norte/sur desde Corrientes hasta Ovidio Lagos, y vincularía la zona sur con el centro de la ciudad y la ciclovía de la costa.
Si bien cosechó muchos apoyos, Zeno asegura que no hubo intención política de avanzar. “Armar este paseo es una demanda de la gente que corre, camina, hace turismo y anda en bici. Hay que distribuir el espacio público de otra manera, democratizarlo para que lo usen todos, no solamente los autos. Es una decisión política que hay que tomar”, sostuvo.
“Es una calle que cuenta con un ancho de calzada que está sobreexigido, pretendiendo albergar estacionamiento y dos carriles de circulación, lo que muchas veces genera más conflictos que soluciones, por lo que este debate es también una gran oportunidad para hacer algún intento de mejora que beneficie a todos”, indicó por su parte Baudino.
En ese sentido, dijo que opciones como una delimitación de ciclovía más tradicional “puede resultar”, pero consideró más atractivo “algún proyecto integral de pacificación del tráfico, que resulte en una convivencia viable de ciclistas y motorizados en la calzada”, aunque aclaró que sería una empresa de grandes costos, por lo que no cree que sea viable.
En tanto, advirtió que si bien “de forma acertada, la ciudad ha consolidado una política de planificación que dispone las infraestructuras ciclistas en arterias primarias y ha tenido mucho éxito con ello, beneficiando tanto a ciclistas como a motorizados”, Oroño exige otros cuidados porque tiene un gran carácter patrimonial. “Esto hace que su intervención resulte sumamente delicada. Más allá de ello, existen vastos ejemplos a nivel mundial de intervenciones respetuosas de este tipo de condición”, señaló.
Por último, la inminente inauguración del tramo entre 27 de Febrero y Montevideo, a su modo de ver “deja listo el extremo que da pie a esta intervención, con la sugerencia implícita de que lo más indicado sería delimitar un espacio contiguo al cantero central desde Montevideo hacia el norte”, cerró.
Acuerdos
La urbanista Gisel Levit sostiene que “la conexión más adecuada y amigable para la ciudad es la continuidad por Oroño. La alternativa más estudiada por los organismos de movilidad de la ciudad han sido bicisendas en el bulevar sacando estacionamientos y dejando lugares de detención de vehículos en clínicas y otros especiales”, expresó.
“Se ha estudiado en detalle esta propuesta y hasta una vez estuvo a punto de llevarse adelante con auspicios privados. De todos modos, en mi opinión las bicisendas en Oroño deberían implicar un proyecto urbano integral que contemple las particularidades del bulevar”, dijo la creadora del proyecto Gregaria, un laboratorio multidisciplinario de jóvenes profesionales que se dedica a pensar y desarrollar proyectos de urbanismo a través de la colaboración y participación ciudadana.
Levit cree que si se piensan bicisendas en Oroño, la medida no puede ser intempestiva y requiere una consulta con los ciudadanos. “Pensar las ciudades junto a la ciudadanía que las habita y transita no es una opción, porque si se hace sin un trabajo colaborativo previo, todo proyecto muy disruptivo tiene altas posibilidades de fracasar políticamente y hacerlo retroceder”, planteó.
Sin embargo, esto no significa “hacer lo que la gente diga en Twitter, ya que no siempre quienes más alzan la voz son representativos”, sino que el desafío es “buscar las voces que sí están dispuestas a hacer esfuerzos y cambios para buscar el bien común y pensar en conjunto”. Así, al escucharlas y entrelazarlas con contenidos, técnicos urbanos de la mano de especialistas, con miradas y experiencias locales y del resto del mundo, “se puede luego pensar en proponer intervenciones tácticas, paulatinas, lúdicas, temporarias, de bajo costo, que nos permitan recibir feedback ahora sí, de la amplia mayoría”, manifestó.
