Actualmente cada vez son más las instituciones que miden el impacto de su huella de carbono para poder trabajar en los procesos de producción, creación y en la cultura corporativa de cada sujeto para lograr reducir el impacto que genera “nuestra existencia” en el planeta que habitamos.
Tal cual explican desde Greenpeace, llamamos huellas de carbono a la emisión de gases de efecto invernadero (GEI) que tiene una relación directa con el calentamiento global. Entre los diferentes gases de efecto invernadero que existen, el que tiene un impacto más penetrante es el dióxido de carbono (CO2), ya que permanece en la atmósfera por cientos de años y todavía más tiempo en los océanos.
Desde 1990 hasta 2019, estos GEI han provocado un aumento del 43% en el forzamiento radiativo total (la diferencia entre la radiación solar que absorbe la Tierra y la que libera de vuelta a la atmósfera) que, a su vez, eleva las temperaturas de los climas terrestres.
Por su parte, el CO2 ha contribuido con el 80% al incremento del forzamiento radiativo, según datos de la Organización Meteorológica Mundial. El CO2 es el principal GEI de larga duración y que, además, está relacionado con actividades humanas.
En este sentido, la huella de carbono es una métrica ambiental que calcula la totalidad de las emisiones de GEI generadas, directa e indirectamente, por una persona, un grupo, una organización, empresa o incluso un producto o servicio.
¿Por que es importante medir y conocer las huellaa de carbono?
La importancia de conocer la huella de carbono radica en la posibilidad de saber con más certeza la manera en que los GEI contribuyen al calentamiento global y aceleran el cambio climático. La aparición de esta huella en términos cuantificables ha sido fundamental para la implementación de medidas locales regionales e internacionales, como el Acuerdo de París que entró en vigor en 2016 y fue desarrollado en la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC).
En esencia, el Acuerdo de París pretende intensificar acciones e inversiones para reducir las emisiones de GEI a nivel mundial. Otra aplicación del cálculo de la huella de carbono está en los inventarios de gases de efecto invernadero, que contabilizan las emisiones equivalentes a un año calendario.
En términos individuales, conocer la huella de carbono que generamos ayuda a emprender acciones cotidianas que disminuyan las emisiones. Es necesario tomar conciencia de esto para contribuir a un futuro más sostenible.
Si bien no existe una única medición de la huella de carbono, sí existen enfoques específicos para aproximarse a su cálculo. Las seis perspectivas principales siguen metodologías y normas internacionales:
- Corporativa: se mide la huella de carbono de una organización, generalmente por un año, para un mejor aprovechamiento de los recursos. Esta perspectiva se utiliza regularmente para redactar reportes o informes dentro de la comunicación del desempeño de una empresa ante el cambio climático.
- Ciclo de vida de un producto o servicio: se miden las emisiones de GEI de mercancías o servicios en toda su cadena de producción y, a veces, hasta en su consumo o desecho final. Ha tenido mucho impacto en Europa y Japón, y se ha extendido cada vez a más países.
- Personal: aquí se evalúan las emisiones de GEI directas e indirectas de un individuo en un lapso específico. Se requiere conocer los hábitos de consumo y posesiones de una persona para calcularlo. Si quieres saber cuál es tu huella de carbono, te invitamos a explorar la plataforma de Greenpeace.
- En eventos: se contabiliza la huella de carbono durante la planificación y realización de algún evento (desde el uso de energía y transporte hasta la preparación de alimentos o la papelería). Con frecuencia, sirve para emprender acciones que compensen las emisiones y así certificarse como un “evento carbono neutro”.
- Territorial: se miden las emisiones de GEI en un área específica, limitada geográfica o políticamente. Funciona para determinar el impacto global del cambio climático en un área y emprender planes de mitigación.
- Por industria: evalúa la huella de carbono de un sector productivo particular. Esto representa la oportunidad de optimizar recursos y el uso de materias primas, lo que ofrece ventajas competitivas y un impacto ambiental más controlado.