Javier Milei presentó su plan económico para el 2025, donde dejó clara su prioridad: alcanzar y mantener el superávit fiscal. En lo que el mandatario llamó la “piedra basal” de su gestión, el proyecto de Presupuesto para el próximo año gira en torno a la política de “déficit cero”, una estrategia que hasta ahora ha definido su enfoque económico. El Gobierno destacó como un hito histórico haber logrado el equilibrio fiscal en su primer mes de gestión, lo que consideran un compromiso inquebrantable.
El proyecto expone las proyecciones en términos de dólar, inflación y crecimiento del PBI para el segundo año de su mandato. Entre los puntos clave, Milei se refirió al superávit fiscal y a las medidas que acompañan el proceso de desinflación, que viene generando dudas tras varios meses con una inflación rondando el 4%. Esta hoja de ruta busca consolidar la política económica de cara a las elecciones de medio término, donde las tensiones aumentarán.
Durante su discurso en el Congreso, Milei hizo énfasis en su formación como economista y defendió que las decisiones económicas son el eje del destino de un país. “Solo con una economía sana es posible garantizar la libertad de las personas”, afirmó, justificando su intervención personal en la presentación del presupuesto, algo poco común en la tradición argentina, donde esta tarea suele recaer en los ministros. En las próximas semanas, será el turno del ministro Luis Caputo y su equipo de defender el proyecto ante la Comisión de Presupuesto y Hacienda del Congreso.
Históricamente, los presupuestos en Argentina han incumplido sus metas en áreas como inflación, valor del dólar y crecimiento del PBI. El presupuesto 2023, por ejemplo, proyectaba una inflación del 60%, pero terminó siendo más de tres veces superior. El desafío para Milei será demostrar que este nuevo esquema fiscal, que incluye un mecanismo de “reaseguro fiscal”, podrá cumplir sus objetivos.
El plan de Milei tiene tres pilares fundamentales. En primer lugar, garantizar el equilibrio fiscal para evitar el endeudamiento y la emisión de moneda. En segundo lugar, absorber el impacto de posibles recesiones, y finalmente, devolver el exceso de recaudación en épocas de bonanza mediante la reducción de impuestos. Esta metodología, según el presidente, “blinda” el resultado fiscal y asegura estabilidad, independientemente del contexto económico.
En cuanto a los números, el Gobierno proyecta que la inflación cerrará este año en 104,4%, sumando 9,6 puntos adicionales a los 94,8% ya registrados. Para alcanzar esta cifra, la inflación debería mantenerse en torno al 5% mensual en los próximos cuatro meses, lo que representa un verdadero reto. El proyecto para 2025 estima una caída drástica en la inflación hasta el 18,3%, tras el 211,4% proyectado para 2023, con una tendencia decreciente hasta 2026 y 2027, donde se espera que la inflación ronde el 7,4%.
Estas proyecciones oficiales contrastan fuertemente con las de otras instituciones. Según el Relevamiento de Expectativas del Mercado (REM) del Banco Central, la inflación en 2025 será del 38,4%, más del doble de lo que prevé el Gobierno. El FMI también proyecta una inflación más alta para ese año, con un 45%, lo que evidencia la disparidad entre las estimaciones oficiales y las de otros organismos.
En cuanto al dólar, el presupuesto proyecta un valor de $1.019,9 para fin de año, lo que refleja la intención de continuar con el actual ritmo de microdevaluación del 2% mensual. Para 2025, se espera que el dólar oficial alcance los $1.207, un valor que podría alcanzarse antes de tiempo si se mantiene el ritmo actual de ajuste cambiario. Sin embargo, el Gobierno tiene la intención de reducir progresivamente esta tasa de devaluación en los próximos meses.