Consumada la sanción de la Ley de Bases, se planchó el debate político en la Argentina. Poco ofrecen a la sociedad los referentes de la oposición y juegan al internismo sacando a relucir diferencias ininteligibles. Mientras, la imagen de Milei ni sube ni baja, diga lo que diga, haga lo que haga, en un fenómeno singular. Los temas pasan sin más. La pérdida de poder adquisitivo, aumentos de transporte, aumentos de tarifas, el desempleo y la pobreza creciente, el Lali-gate, el secuestro de alimentos de Petovello, la represión de los jubilados, el revisionismo sobre los ‘70, quedan los economistas, o un único economista, Milei.
Meses atrás, el Gobierno atravesaba el que quizás fue su peor momento. El dólar y el riesgo país se dispararon tras una fallida conferencia de prensa de economía. La cotización paralela de la divisa norteamericana llegó a $1500 el 12 de julio pasado. El Riesgo país llegó a 1589. Tras una corrección del rumbo por parte del Ejecutivo, ambos indicadores bajaron. Hoy están en $1305 y 1433, respectivamente. El denominador común en ambos escenarios fue el desconcierto de la oposición. No hubo explicación alternativa como intento por capitalizar el tambaleo del oficialismo, tampoco interpretación paralela a la de Milei, como para bajarle la espuma a su chocolate. Podríamos sumar las tímidas explicaciones sobre el estancamiento de la inflación. Algún que otro legislador, a través de sus redes, de vez en cuando, explica que el IPC se amesetó porque la gente no tiene para llegar a fin de mes y por eso no compra tanto como antes, ergo baja la demanda. Pero no es parte del discurso de los principales referentes y aunque se intente, los temas no hacen pie en la agenda.
Quizás se deba a que la economía no es la principal preocupación de los ciudadanos de a pie, ¿no? No. Pese a que sea engorroso hablar de conceptos que pueden parecer abstractos como capacidad instalada de la industria, déficit fiscal o emisión monetaria, ¿qué duda cabe de que ese es el principal tema de la Argentina y de su política desde hace al menos 10 años? Vale la pena hacer el esfuerzo de intentar dar a conocer posturas de manera pedagógica, siguiendo la máxima del ex presidente brasilero, Fernando Henrique Cardozo, gobernar es explicar. Pese a que la oposición no gobierne, lógicamente, ensayar el tono de maestra ciruela de cara a la sociedad es la única alternativa posible ya que Milei quitó a la política del medio. Entre tantos aciertos del libertario este sin dudas es uno de los más significativos.
No requiere ningún tipo de explicación. Milei es presidente porque concentró todos sus esfuerzos en la economía, en señalar el fracaso de los gobiernos anteriores en esta materia y en ofrecer una solución para la inflación. Gobierna prestando especial atención a este indicador más que a ningún otro. Generó expectativas pero no hizo promesas rimbombantes, aclaró que el camino elegido iba a requerir de sangre, sudor y lágrimas. De ahí la explicación de por qué no decae su imagen, ni tampoco sube, pase lo que pase. Pese al costo autoinfligido, extremo sinceramiento de la economía con megadevaluación de casi 120%, la inflación baja y el dólar sigue controlado, aún frente a la escasez de moneda extranjera y la imposibilidad del financiamiento externo.
Al presidente lo de la política “no se le da”, tal como afirmó el Jefe de Gabinete, Guillermo Francos. Es decir, de la “rosca” se encargan otros. Y en esos otros, está incluida la oposición que hace como que enfrenta al Gobierno, negociando parcialidades que no puede capitalizar y que mucho menos dañan a la otra parte. Vale separar la situación de los gobernadores de la del resto de los referentes opositores. Los primeros deben cumplir con los mandatos de quienes los eligieron, gobernando para sus coprovincianos y esto, la mayor de las veces, requiere jetonear en público contra Nación para luego agacharse en privado y someterse. Los segundos, también deben honrar la voluntad del pueblo que los designó y ser oposición pero lo hacen en torno a una agenda propia, chica, imperceptible para el afuera.
Para ilustrar sin tanto detalle: las últimas jornadas de acción parlamentaria significaron derrotas significativas para el Gobierno. Se aprobó una fórmula de jubilaciones, en favor de la gente si se quiere, pero viciada de voluntarismo. Digamos, ¿ahora que no gobierna es que el peronismo tiene la fórmula mágica para que los jubilados tengan jubilaciones mejores? ¡Solamente bastaba con sacar una ley! ¿De dónde saldrían los recursos para pagarlas? ¿Por qué no es este el centro del debate? Desde ya que una recaudación a sectores de mayores ingresos o un recorte de los subsidios a esta parte de la ciudadanía podría aportar los recursos, pero esto tampoco se plantea así y la intención de compensar esta desigualdad pasa como tal, una intención y nada más. Con resignación frente al veto del Gobierno, pese a que estarían garantizados los dos tercios para dejar firme la ley. De confirmarse este escenario, la política tradicional o la casta, habría demostrado nuevamente que accionó únicamente para mostrar poder de fuego, de espaldas a la gente. En cambio, si el congreso deja firme la nueva movilidad jubilatoria, se abre el juego para que el conglomerado opositor asuma el centro de la escena con las responsabilidades que eso conlleva como responder a los interrogantes anteriormente planteados. Dejar pasar esta oportunidad sería darle de comer el mismo menú de los últimos 10 años a la sociedad: un debate frívolo por cajas, designaciones de jueces, cargos y no mucho más, elementos que el electorado muy claramente rechazó en diciembre. Pese a que es innegable que el rumbo económico no se corrige en el Congreso, una oposición férrea en las cámaras dotaría de recursos a la narrativa opositora de cara a las elecciones intermedias.
Misma situación se dio con el rechazo parcial al decreto de fondos reservados para la SIDE, tema de nula relevancia pública, no por eso menos importante, pero que competía, más que a nadie, a la política. De nuevo, una táctica en nombre de los de a pie y de los recursos “de todos”, pero de espalda a ellos. Tal como señalaba Martín Rodríguez, este Gobierno es una paritaria desordenada de poder, todos creen que están negociando algo.
Macri intenta negociar la desregulación en algunos sectores de la economía de los que se beneficiaría, por ejemplo, la apertura a las Sociedades Anónimas Deportivas, y la inclusión de sus laderos en el Gabinete. Cristina busca imponer un balance en la Justicia, haciendo la vista gorda con el nombramiento de Ariel Lijo como Juez de la Corte Suprema, un magistrado cuestionado de ser garante de la impunidad a diestra y siniestra. Dos “luchas” históricas, de agenda chica, de la política y el poder, a través de las cuales los ex presidentes buscan arañarle algo a este Gobierno por su debilidad, como en el mientras tanto hasta que aclare, sin muchos miramientos al rumbo del país en términos amplios. Esto es proyecto de país, modelo de desarrollo o de distribución del ingreso. De eso, por ahora, no mucho.
Cuando en marzo, CFK publicó su escrito de treinta y pico de páginas, se veía entre líneas que su sector podía prestarse a la negociación con el Gobierno, entendiendo que las reformas era inevitables dada la voluntad del electorado. La lectura se confirma si se recuperan los elogios de la ex presidenta a la valentía de Milei en las semanas siguientes. Pero de estos idas y vueltas, con mayor o menor disposición a la rosca, no se desprende nunca una problemática real del funcionamiento del Estado propuesto por los libertarios. No se mencionan los despidos, la merma en los servicios brindados por el Estado (ej. el desmantelamiento de las líneas de atención a víctimas de violencia de género), la recesión, la caída de la actividad económica, los problemas de la industria nacional, la informalidad, la pobreza en aumento y se podría seguir y seguir. De nuevo vemos una política de espaldas a la gente, desvinculada de la ciudadanía.
En tanto Macri, le mostró los dientes al Gobierno mandando a sus senadores a votar en contra de Milei por primera vez durante este mandato. Rápido ratificó el rumbo del Gobierno y se mostró en contra de la fórmula que sus legisladores votaron. ¿Qué se espera que pondere el votante del Pro? ¿La bondad con los jubilados de los senadores amarillos o el alineamiento de Mauricio con Javier? Probablemente a nadie importe mucho y lo que se registre en el mediano y largo plazo sea una profundización del vaciamiento del Pro como significante en la política. Los tironeos de Macri a los suyos no hacen más que destruir la capacidad de representación del partido.
Para completar el escenario de desconexión sideral, ahora intra-peronista, se chuzaron Cristina y Mayans por twitter. El segundo, y gran parte del peronismo, viene coqueteando con Villarruel. Cristina lo mandó al psiquiátrico. Hasta ahí, bien. Debate sano sobre posibles políticas de alianza del partido. El formoseño respondió que al psiquiátrico deberían quiénes pusieron a Alberto Fernández como presidente del partido y Cristina responde retwitteando a su ladera, Mayra Mendoza, intendenta de Quilmes, quien, con una explicación poco clara, con citas de clarín, revisaba la designación del porteño como líder del PJ. El sobregiro del sobregiro. La chicana de la chicana pero con capturas de pantalla de Clarín buscando desvincular a Cristina de Alberto. Inentendible.
A priori, podía leerse que la discusión encaraba para el lado de las estrategias para enfrentar a Milei. Una sería a través de elecciones (CFK), otra a través de un Golpe de Palacio (Mayans). La misma discusión ocurrió durante el Gobierno de Mauricio Macri, así lo explicó Matías Mowszet.
La fantasía de un juicio político a Milei, que implicaría a Villarruel asumiendo la presidencia, al menos como está planteado este escenario, es infantil. No existen antecedentes de un impeachment a un presidente que goza con casi 50% de imagen positiva. Descontando el ridículo que supondría que el peronismo empodere a una abogada defensora de genocidas que persiguieron militantes peronistas e infligieron un daño irreparable a las reivindicaciones históricas de ese partido como la industria nacional, la soberanía o la justicia social.
De la vice se desconocen opiniones serias sobre cualquier tema que exceda a la violencia de los años setenta, pero es un hecho que desempató la votación de la Ley Bases, a la cual el peronismo se opuso, votando a favor de su sanción.
Otro análisis puede desprenderse del intercambio de chicanas entre Mayans y Cristina: la interna del Partido Justicialista. Tras la renuncia de Alberto Fernández, el PJ debe renovar autoridades. Dos candidatos corren con ventaja. Por un lado, Wado de Pedro, ex Ministro del Interior de Fernández, con el madrinazgo de CFK, por el otro, el gobernador de la Rioja, Ricardo Quintela, respaldado por los demás mandamases provinciales. Este debate es legítimo pero no debiera opacar la agenda de oposición al Gobierno nacional. Si la sociedad ya rechazó el mismo menú de rosca y vicios endogámicos, más repulsión va a mostrar si la agenda de sus problemáticas del día a día se ve solapada por las internas de un partido que ya de por sí es cuestionado por su última presidencia.